miércoles, 20 de agosto de 2008

El saber




Querer es creer.
No vivo contigo porque me eres confortable, como un sillon. No estoy contigo porque me eres util en tu conversación, o en tus ideas, o en el color de tus ojos.
Vivimos entre objetos pero el sentido se da entre sujetos.
Vivo contigo porque creo en ti. No por lo que se, ni por lo que sabes, sino porque nos creemos.

Apertura de la vocación.
Oir es estar abierto, receptivo, para captar mensajes, sonidos, silencios, llamados.
El corazón que oye es el hombre en su totalidad, ya sin demarcaciones de territorios, el hombre integro, el que se aplica a recibir la vocación ( en latín significa: “llamado”). Ser llamado es ser necesitado, reclamado. Atiende, aguza el oido, afina los sentidos: te llama algún recado, te convoca alguna misión, alguien te necesita.
Mientras tu llamas, mientras tu convocas...



Para pensar, lo mejor es dejar de saber.
El saber atesora conocimientos, ideas, datos, referencias.
Hay gente que sabe mucho. Generalmente piensan poco. Son victimas de su propia memoria. Ante cualquier problema buscan en la memoria y encuentran la solucion. Por cierto jamas es la solucion adecuada, porque todo problema es nuevo y el dato de la memoria es viejo.
Es por eso que avanzamos tan poco, en lo privado y en lo publico. Porque sabemos demasiado.
Me dices algo, y de inmediato busco en mi saber memoristico la respuesta. Ergo no te escucho. Oigo la pregunta en funcion de la respuesta que tengo adiestrada para situaciones como esta.
Y ninguna situación es como esta.
Pero asi vamos, por el camino de la rutina, de la repetición, de las respuestas armadas para preguntas eventuales. Es el saber. Es la memoria. Es la pereza.
Es la comodidad.Pensar requiere estar despierto, y empezar de cero. Tomar todos los datos de la memoria y decirles: ¡hombre pensando! No quiero saber, quiero pensar! El ahora desde ahora. El aquí desde aquí.

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